domingo, marzo 30, 2008

Vacío

No poseo absolutamente nada que valga la pena. No hay éxitos, ni publicaciones. No hay dinero, sentimientos, coraje, ni viveza. Sencillamente no hay nada: eso es lo que soy.

Dejo pasar los días contemplando mi propia podredumbre. Estoy harto de las malditas historias de éxito que me rodean. Golpes de suerte que condecoran el desprecio que tengo por los demás. Ya no creo en las clases sociales pues desde niño siempre he pertenecido a una que me niega cualquier viso de felicidad. Cómo es posible que un sudoroso ministerio público envuelto con trajes y corbatas tan vulgares gane fácilmente un puñado de billetes con machotes de computadora y discursitos legaloides. Cómo es posible asirse de buena literatura cuando el impasse intelectual sigue siendo el mismo desde hace diez años, y sigue empeñado inútilmente en parecerse a Octavio Paz, asumiendo una exquisitez flamígera que garabatea parrafadas con puras Mont Blanc. Cómo es posible seguir leyendo lo mismo una y otra vez.

¿Por qué fantaseamos con reproducir escenarios llenos de magia, de barroco, de hadas y macondos? ¿Por qué seguimos justificando la literatura con la ficción? ¿Por qué seguimos buscando más surrealismo cuando estamos rodeados de él? ¿Por qué se desdeña al realismo sucio como un minimalismo vulgar y soez? ¿Por qué no es posible olvidar los arquetipos y vivir como se escribe? ¿Por qué me sigo llenando de libros y sigo siendo parco y vulgar?

La prosa de Servín, no es cruel, ni ácida. La leo sensible, ligera, leal, ad hoc con la gran porquería de país que tenemos. No más, no menos. Y a pesar de que he sido un pobre diablo, me sigo fracturado por sus textos y pervirtiéndome con las imágenes que trabaja.

israel chávez reséndiz
0:53hrs

“Los libros abrieron profundos sentimientos de derrota. Mientras los devoraba sin ton ni son, me enseñaron una manera poco digna de enfrentar el mundo real. En un principio parecían las mejores armas para cobrar revancha de todas mis batallas perdidas en la calle. Heridas graves, mortales. Embadurné mi cerebro hasta aislarlo del exterior. No hay en mí que provoque interés o placer por los juegos y reuniones. Soy peligroso para mi mismo, siempre alerta y perseguido por dudas y deserciones. Al final no tengo nada. Poseo una inteligencia huérfana y desequilibrada, sin la ambición que alimentan el hambre y el odio. Me sentía mejor que todos porque me protegían kilos y más kilos de papel impreso que a nadie más interesaba. Un erudito de alcantarillado.”

* J. M. Servín. Al final del vacío. México: Mondadori. 2007. 290 p.

1 eyaculaciones:

Tienes la rabia literaria que desata enfrentamientos necesarios. Te guste o no, como yo mismo, jodido y en la brecha, eres un puto currante que escribe, rebelde, de cloacas y temple etílico, lo justo para desatar la envidia de los que creen que escribir sucio es escribir mal; estúpidos académicos de finas hierbas.
Si no te gusta que comenten los post,
que te jodan chaval.
Me apuntaré el autor.
Cuidate.
Un saludo poco serio.