lunes, noviembre 12, 2007

Inútil

Justo en diciembre termina mi relación parasitaria con la universidad y la federación vía la sep. Se me acaban las becas, el dinero fácil, -el más mediocre que he ganado- las migajas del poder. Tengo que trabajar de nuevo, meter las manos en el oficio de mi padre otra vez. A diferencia de mis compañeros de clase (léase, los de la facultad de filosofía y letras) no me espanto, al contrario, me agrada empuñar el martillo, aprender albures en las obras, cortar caoba con la sierra y fabricar un mueble con mis propias manos. Eso no exime que aborrezca las esclavizantes jornadas de doce horas de trabajo, los malos tratos de los patrones y la exigua recompensa monetaria, pues cada centavo te arranca un trozo de vida y de dignidad. Pues es frecuente que la gente que te emplea ninguneé tu trabajo. Asumen con arrogancia que un carpintero no puede cobrar más que un salario mínimo, pues cual si fuera la época del virreinato, se nos considera ignorantes, menores de edad. Recuerdo la ocasión que la esposa de un cardiólogo nos llamó para cotizar un librero, prestos a la chamba, fui con mi padre, tomamos medidas, hicimos cálculos y concluimos una cantidad. Al escucharla, la “señora” dijo sin ningún recato que cómo un par de imbéciles carpinteros quieren cobrar más que mi esposo que se graduó con honores de la universidad la salle, y que acaba de terminar su especialidad médica. Que mejor saliéramos de su casa de inmediato pues marcaría a su policía para arrestarnos por intento de robo. Lo memorable es que la cantidad que le dimos no representaba ni siquiera los gastos de material, tan solo era nuestra mano de obra. Vaya manera de ser incluyente y democrático, pues a la entrada de su casa -casi como relicario- se levantaba una obscena fotografía de calderon.

Este año la hemos pasado mal, no hay trabajo. No sé si Wall street tenga la culpa o PEMEX o las lluvias en tabasco o la guerra en irak o el socialismo chavista o las expropiaciones del tenoch 40, pero la carpintería va en declive, tengo que alquilar mi fuerza de trabajo por algunos centavos y sacar el maldito título. La semana pasada, caminando rumbo al servicio, me topé con un cartel que solicitaba garroteros para un restaurante de comida italiana, me preguntaron de mi experiencia y les dije que ya antes había chambeado en lugares parecidos, incluso hasta de cocinero. Me miraron con desdén y me dijeron que qué mas sabia hacer, les respondí que además de ser carpintero sabia leer y escribir, pues lo había aprendido en la facultad, que ya casi me titulaba de historiador y que concursaría por un posgrado, a lo que intempestivamente refunfuño: ¡no señor, aquí no queremos gente huevona ni holgazanes, usted no sabe hacer otra cosa, no sabe hacer nada, es un inútil!

Siempre pensé que mi instrucción universitaria solo serviría para granjearme una sonrisa de mis padres, pero ni eso. Que bueno que todavía no me titulo, me exigirían tres mil pesos para su expedición. Mejor me dedico a los muebles. Ese papel no me serviría ni para valet parking. Aunque ahora que más quisiera comprar un poco de material para fabricarme otro librero, de verdad hace falta. No tengo dinero, ni beca, ni trabajo, pero creo hay dos opciones: o me intoxico para sobrellevar este país de porquería o me consigo un empleo, me automatizo, declino mi libertad, compro una lavadora, tv, voy al futbol, enmarco mi título universitario, hipoteco la casa de mis padres, me caso y tengo hijos. No lo sé, todavía lo sigo pensando.


israel chávez reséndiz
21:45hrs

1 eyaculaciones:

Qué pasó canalla!

mi viejo muchas veces me dijo q además de ir a la jodida universidad era muy importante saber un oficio. Y en ello estoy, fumando yerba entre paquetes que viajan en clases turista.
Te linkeé colega!
En cuanto a lo de la publicación, pues estaría de puta madre. Dime donde tengo que enviar todas mis mierdas y seguimos en contacto.
Cuidate granuja.
un saludo.