sábado, junio 30, 2007

Abril Rojo

Santiago Roncagliolo. Abril Rojo. México: Alfaguara. 2006. 328 p.

Este libro lo compré desde octubre del año pasado, cuando llegué a casa lo deje por ahí botado con todo y envoltura. Pasó un ratote, ya por desidia, ya por desinterés, ya por flojera o por no importarme lo dejé ahí, empolvándose cerca de ocho meses. En un completo dejo de despilfarre cultural (ja, que mamón).
Sé que es un completo sin sentido consumista cuando me paseó por las librerías porque se me calienta la cabeza y compró, consumo, consumo, consumo. Hay meses que mi montaña de libros llega a tope y se queda ahí, en el rincon, llenándose de polvo; de repente me llega una reseña o un comentario, o simplemente un vistazo en el estante adecuado y compro. Lo devoro en chinga, me engolosino y picnhe montañita de libros sigue intacta.
Bueno ya, dejémonos de tanta mamada y a lo nuestro.

Abril rojo es otro premio de alfaguara, el principio esta un poco obtuso, raro. La historia vence la manera en cómo esta contado. El contenido supera la forma. Es la historia-crítica de el fiscal adjunto Félix Chacaltana, un pobre diablo formado dentro del más puro respeto a la ley, devoto del estado de derecho.
La novela inicia con la muerte de un campesino-indígena de Ayacucho. El fiscal, como corresponde investiga y sin querer maquina en su cabeza un rebrote guerrillero de Sendero Luminoso. El asunto se complica, cada vez que Chacaltana se acerca, hay más muertes, muertes firmadas por Sendero. La novela, como bien dice su autor es un thriller, un policial sangriento. Todo el texto se desarrolla en semana santa, época importantísima para Ayacucho, ya que los ingresos por turismo son demasiados y no contener un rebrote guerrillero costaría miles de dólares. Que en qué termina, ps ahí esta el logro de la novela. Te ata, no te deja. Te amarras a ella (después de las 100 primeras páginas) y te desesperas por acabarla. Sé que antes dije que estaba digerible, pero me equivoqué rotundamente, esta de huevos. El final que decir. Sublime.

(Fragmentos)

"-¿Sabe usted lo que hacía Cáceres cuando encontraba a un terrorista en un poblado? -dijo-, convocaba a todo el pueblo que le había dado refugio al terruño, acostaba al acusado en la plaza y le cortaba un brazo o una pierna con una sierra de campaña. A menudo daba orden a sus sinchis de hacerlo, pero a veces lo hacía el mismo, con la ayuda de otro. Lo hacía mientras el terruco estaba vivo, para que nadie en el pueblo pudiese dejar de verlo u oír sus alaridos. Luego enterraban las partes del cuerpo separadas. Y si la cabeza se seguía quejando, le daban el tiro de gracia justo antes de meterlo al agujero, que luego obligaban a los campesinos a cubrir con tierra. Cáceres decía que, con su sistema, ese pueblo nunca volvería a desobedecer. "

"-No sé si usted deba entrar aquí – le dijo.
Tenía que entrar. Empujo al policía y franqueó la puerta. La pequeña habitación estaba casi enteramente pintada de sangre. El suelo estaba cubierto con hojas de plástico transparente para caminar sin dejar huella y salir sin llevar las suelas teñidas. En la única pared que no estaba por completo cubierta, había pintas con lemas senderistas, escritos con pincel que el asesino había mojado en el cuerpo que descansaba sobre la cama. Cuerpo. No era un cuerpo en realidad. Cuando el fiscal se acercó a las sábanas –las sábanas que él ya había manchado de sangre y sudor-. Descubrió que esta vez era todo lo contrario: dos piernas, dos brazos, una cabeza. Amontonados sobre la cama dejando libre el espacio del tronco. Y nada más. Aún tuvo una esperanza de reconocer, entre el rojo absoluto de los miembros, el diente brillante de Edith. No pudo reprimir un largo grito. Tuvo que contenerse de patear la habitación, de destruirla, como si así destruyese también el recuerdo. Tuvo que salir a la escalera para vomitar, para llorar, para patear. "

PD. Recuerdo que en la huelga de la UNAM nos visitaron unos camaradas del PCP, nos quisieron dar línea mostrándonos unos videos sobre la tortura que ordenaba el hijo de puta Fujimori en Perú. Los recibimos y les abrimos un chance para exponer su discurso. Hasta ahí. Lo cagado fue que semanas después en Proceso, La Jornada, El Universal y otros medios sacaron la nota que Sendero nos entrenaba militarmente. Chale. A ver, ¿no que el CISEN no estaba al pedo?
Aún así, ¡ Viva Abimael Guzmán! ¡Viva el presidente Gonzalo!

Israel Chávez Reséndiz

* Desde mi trinchera, reciba cada uno de ustedes un gran y entrañable abrazo por las palabras de ánimo que, a veces, nos hacen falta. Recíbanse también un sincero: Gracias

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