Compraré un rifle

Puta madre… unas cuantas monedas en el banco y un poco de suerte me han arruinado. Soy un oficinista putañero. Soy otra persona, leo mis textos y no me reconozco. He muerto, ya no tengo odio, rabia, ni rencor. Hace meses que no peleo, ni maldigo a las mujeres. Mi rostro se ha ablandado con una estúpida sonrisa para todo. Me doy asco, decepción. Se ha terminado mi combustible. No hay drogas, ni transporte público, ni felaciones salvajes. Ahora es amor y automóviles particulares. Finalmente, el estado me cooptó. Compraré un rifle, creo que esa es la solución.
israel chávez reséndiz
10:54pm

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“El mar estaba sucio, las olas arrastraban platos de cartón, botes de cerveza y otras miserias; en la arena mi padre inventaba algún juego estúpido pero sólo mi hermana aceptaba jugar con él. No lo hacía porque le divirtiera sino por mostrarles las nalgas a los bañistas. Soy pobre, pero estoy buena, ésa es la filosofía de todas las adolescentes que viven en la colonia Moctezuma o en la Portales. Cuando mi padre se excitaba mirando a alguna de esas adolescentes, inventaba algún pretexto, tomaba a mi madre del brazo y volvía al hotel; al regresar nosotros, los tres hijos, el cuarto no sólo olía a aguacate y tortilla sino a otros olores desagradables, además la sábana húmeda se impregnaba al colchón haciendo que se transparentaran una infinidad de pequeñas manchas de óxido.

Sólo estuvimos tres días porque el dinero se acabó, restándonos solamente el monto exacto de un tanque de gasolina. En caso todo volvería a la normalidad, el lunes comenzarán las clases: mi hermano será como mi padre y mi hermana tendrá una vida similar a la de mi madre; yo en cuanto pueda me largaré de aquí.”

* Guillermo Fadanelli. Compraré un rifle. Barcelona: Anagrama. 2004. 140 p.