viernes, agosto 01, 2008

Sobre héroes y tumbas

Hablar de literatura latinoamericana es perderse entre un montón de párrafos, puntos y comas que han sido esculpidos por diferentes autores y corrientes tan disímiles unos de otros. Sería un error tratar de aglutinar toda esa fuerza narrativa en un solo periodo histórico, o en su defecto en un solo estilo literario.

Poseemos un infinito sentido de la palabra, tanto así, que de una lengua original: el español, hemos derivado, a fuerza de carisma y coraje una gran variedad de usos fonéticos, sintaxis e infinidad de expresiones gramaticales. Es un hecho que cada región, e incluso cada comunidad ha creado un lenguaje, pero sobre todo, una literatura sui generis.

Los autores como el tiempo, van machacando nuestra mente con diferentes historias. Algunas obras se añejan y si el lector lo permite pueden consolidarse como clásicos irrenunciables. Otros sólo emitieron un flashazo de luz al momento de ser publicados y muy probablemente esos libros, ahora simplemente ya no existan.

Entre los nombres que siguen teniendo peso se encuentra Ernesto Sábato (1911- ?), algunos críticos apuntan que Sobre héroes y tumbas se ha consolidado como la mejor novela argentina de todos los tiempos, pues además de ser una visión introspectiva de la historia argentina de los últimos cien años, es un ejercicio de psicoanálisis que descubre las más terribles obsesiones, los más obscenos padecimientos de la mente humana.

La estructura narrativa se compone en tres partes. En la primera encontramos la narración en tercera persona de la historia de una típica familia oligárquica venida a menos; en la segunda, la historia de una relación amorosa no correspondida entre “Martín” y “Alejandra”, el bien y el mal, lo sumiso y la redención; en la tercera parte se encuentra un serio ejercicio psicoanalítico de “Fernando Lavalle” que termina en la redacción del Informe sobre ciegos, donde el personaje se adentra a los abismos de una secta que práctica los peores abominaciones humanas. Sin embargo, este informe puede leerse como un gran soliloquio de Fernando en busca de una justificación por haber mantenido una relación incestuosa con su hija Alejandra.

Todo, por supuesto, narrado con una solemnidad que asesina la viveza de la narración, pues en mi opinión el texto produce una lectura cansada. El ritmo que sugiere es demasiado lento y anquilosado. Entre líneas pude encontrar otra discusión interna del propio Sábato: sus simpatías y descontentos con los movimientos anarquistas, pues constantemente utiliza digresiones muy agresivas para debatir consigo mismo las virtudes ácratas en pro de una sociedad libre y real. No respeto la solemnidad, al contrario, me produce asco. Lo juzgo, pues como lector tengo el derecho de destrozar el libro en mi mente y arrojarlo directamente al cesto de la basura. Pienso que su lectura no pervierte no propone ni provoca nada. Es una lectura estática, contemplativa, a la usanza de los museos de historia antiguos que exhiben objetos bélicos, coronas, vasijas o armaduras, con el mero objetivo de saber que existieron y que la única conexión con el pasado es que son artefactos viejos y están gastados.

Estoy convencido que eso tipo de literatura no tiene nada que ver conmigo. Sin embargo habrá miles de personas convencidas que la solemnidad o la erudición son los elementos indispensables para escribir novelas. Sobre héroes y tumbas enterró momentáneamente los malos modos con los que suelo escribir, es más, creo que hasta los alentó y solemnizó.

Tengo que agarrar otro libro más corrosivo. Me urge.

israel chávez reséndiz
11:40pm

* Ernesto Sábato. Sobre héroes y tumbas. Barcelona: Seix Barral. 2003. 551 p.

4 eyaculaciones:

No mames wey, soy bien pinche ignorante y debo de confesar que nunca he leído nada de ese wey, bueno, después de leer un aputa lista que tengo pendiente comenzaré con un buen de imprecindibles.

Considero que no todo te tiene que destruir para sentirte vivo, pienso que la novela muestra y da sentimientos, tú observas y escoges.

Lo que he leído del autor me parece bueno, aunque entiendo el sentido de tu crítica.
Pero también pienso que la autoridad sobre las obras no es del lector sino de todos los lectores de la misma obra. Las opiniones personales, el estilo único y esas cosas son producto de ideas del pasado y de la clase dominante. Esto es, no existen esos clásicos irrenunciables.

Saludos.

chale!!!
Clásicos irrenunciables, como quién??? como Fuentes... La verdad es que la tradición literaria latinoamericana es una bonita construcción de "expertos" en el tema y una bunea parte de ella ni siquera se dirije al común de los mortales analfabetos, de hecho creo que eso no importa. Recomedaciones:
Mario González, El libro de las pasiones y Marcianos leninistas,los que he leído a penas.
Un libro que acabo de leer y que a pesar de la inexperiencia del autor como escritor su experiencia como TIRA le permite cierto toque "lindo"... Pasito tuntun de Guillermo Rubio...
Saludos