lunes, julio 21, 2008

Yonqui

Traigo una maldita máquina en la cabeza, vira. Da vueltas. Se acelera y se detiene. Explota. Brilla. La mayoría de las veces ni siquiera alcanzo a descifrar la cantidad de cosas que se pierden entre mi porquería neuronal. No hay explicación, vuelo, floto, eyaculo. Reviento como un acorde punk, vibro como si la piel se me levantase y me golpeara contra la pared.

A veces fantaseo con una doble felación al compás de un acelerado riff de garage-punk. La esperma como las ideas no se detienen, se disparan automáticamente sin dejar rastro de nada, ni de mi mismo. Solo me concentro en reproducir la silueta de dos mulatas caribeñas destrozando mi pene con un gran ejercicio oral.

Pese a mi edad, me siento cansado y harto de la porquería de país que tengo. No creo en democracias, anarquismos, familias o dioses. No me importa el dinero, no busco ser un abogado exitoso, publicar libros, limosnear becas culturales, tampoco escribir grandes historias u ostentar grados académicos. Me sé un pobre diablo, un maldito fanfarrón. No me auto-compadezco, ni me recrimino, estoy satisfecho de la gran estafa que soy.

Trato de sobrellevarme, de repente para distraer la monotonía me administro una buena dosis de literatura, a veces, cuando obtengo un poco de dinero lo diluyo con una jeringa, me pincho el brazo y me saturo de emociones, de felicidad. Me dejo caer ansiando que el maldito mundo estallara en ese momento, para levantarme, quitarme la jeringa, encararlo, escupirle en su cara y decirle: Sí, aquí te estaba esperando.

Israel Chávez Reséndiz
1:25am

“La droga es una ecuación celular que enseña a quién la usa hechos de validez general. Yo he aprendido muchísimo gracias a su uso: he visto medir la vida por las gotas de solución de morfina que hay en un cuentagotas. He experimentado la angustiosa privación que provoca el síndrome de la abstinencia, y el placer de alivio cuando las células sedientas de droga beben de la aguja.

Quizá todo el placer sea alivio. He aprendido el estoicismo celular que la droga enseña a quién la usa. He visto una celda llena de yanquis enfermos, silenciosos e inmóviles, en aislada miseria. Sabían que era inútil quejarse o moverse. Sabían que, en el fondo. Nadie puede ayudar a nadie. Nadie tiene una clave o un secreto que pueda comunicar a los demás.
He aprendido la ecuación de la droga. La droga no es, como el alcohol o la hierva, un medio para incrementar el disfrute de la vida. La droga no proporciona ni alegría ni bienestar. Es una manera de vivir.”

* William S. Burroughs. Yonqui. Barcelona: Anagrama. 1997. 218 p.

1 eyaculaciones:

¿Qué pedo con las fotos de las cubanas?, ya no vi que tan culonas estaban. Sale cabrón, por cierto ¿cada cuando va a salir la revista? sale cabrón, nos vemos pronto.