Pero las drogas han salido al rescate. Por eso las quiero, me conectan con mi realidad, sedan el hartazgo que tengo por este país de porquería. Me dejan tomar un poco de aire fresco.
Por eso no soy existencialista. A mi no me convence Sartre cuando dice que uno nace para morir, pero me apasionan los textos de Cioran por su desasosiego y fortaleza contra la vida. Ya tiene mucho que no leo filosofía, me hace falta. Me quedé atorado con Nietzche, Schopenhauer, Heidegger y Kant. Con eso tengo y me basta. Yo no quiero correr de la catástrofe de mi nacimiento, quiero huir de la imposibilidad de ser libre. Inmolarme a placer, dedicarme a mis vicios, vivir mi decadencia. Drogarme con tu sonrisa, negar mi voluntad. No sé que hago en este mundo, ni por qué habito este cuerpo desechable. No sé que busco en los libros y por qué pierdo mi tiempo en ellos. Creo que me desintoxico, no lo puedo soportar. Shoot me!
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israel chávez reséndiz
23:48hrs
“La negación de la voluntad de vivir de la que habla Schopenhauer es, en esencia, pura resignación. En el estado de resignación es donde aparece la existencia del mundo como algo relativo, como algo dependiente de esa voluntad eternamente libre que, si bien puede querer al mundo, también puede no quererlo. En eso termina la negación de la voluntad: en la abstinencia, la pobreza, la imposición de fatigas y dolores, en la paz terrena que se consigue al desprenderse de los mil filamentos que nos mantienen vinculados al mundo y nos desgarran dolorosamente bajo la forma del deseo, el miedo, la envidia o la cólera.”
* Fernando Lobo. Relato del suicida. Oaxaca: Almadía. 2007. 62 p.
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