Adiós Tristessa. Hola, botella de licor.

Sería demasiado pusilánime si confieso que todavía tengo héroes. No me importa. Me confieso: Jack es uno de ellos.
En ocasiones anteriores dije que cuando iba en el CCH pues devoré, sí, me atasque de todo lo beat que pude encontrar. A través de Buk, conocí a Miller, a Ginsberg, a John Fante, Burroughs, a Kerouac (el más chingón de todos) y a Céline, que no siendo meramente beat, me pinchó.

Como siempre mi tacañería me hizo dudar, pues 180 varos son 180 varos y en la economía de un insípido e insalubre alcohólico pues no es como un gancho al hígado, lo es. Que ya de por si tengo muy madreado. Pinche librito me cayo cuando estaba deprimido por culpa de las pinches emociones que tan hijas de puta son, pero me salto Tristessa con su inmejorable portada.
Por esa fecha, hace como 15 días, JK me retorcía la puta alma con su madurez. Cuando le conté del libro me pendejeó, pues YA lo tenía y me echo en cara lo pinche codo que soy. “Ese libro vale cada puta palabra, pinche ignorante” (augh!) ni pedo, lo que se ve no se juzga. Y ps que me lanzo a consumir y ya esta.

Con una buena dosis de Tristessa a las tres de la mañana confirmé que las emociones terminan por doblarte. Neta que sí. Cada palabra me rafagueó cual si fueran cartuchos de AK-47. Pasión, drogas, letras, pasión, amor. Ay pinche Kerouac, a poco no. Puto amor, por qué es lo que no debe de ser. Como un cactus lleno de espinas que en sus entrañas guarda una pulpa mágica. ¿Jack, por qué?

“Quiero entrar en el Flujo Sagrado y en mi camino llegar a salvo a la otra orilla, aunque me gustaría darle un beso a Tristessa para que escuche mi corazón. Ella sabe que la admiro y amo con todo mi corazón y que me he estado conteniendo… No tengo oportunidad ni intenciones de tomar un taxi, el whisky y la morfina me han vuelto inmune a la enfermedad que produce el veneno que supura mi corazón”

“La forma salvaje en que Tristessa se para con las piernas a la mitad del cuarto para explicar algo, como un yanqui en una esquina de Harlem o en cualquier otro lugar… ¿Cómo podría ella ser culpable y ser más dulce sino permaneciendo ahí explicando abiertamente mi amor con el espectáculo de sus muslos?...Escribí poemas en su cuarto todo el verano pasado cuando Tristessa era mía, aunque jamás la poseí…Tengo una tonta ascética o célibe propensión a no tocar a una mujer… Si las toco es sólo para redimirlas…”

“En algún momento Tristessa besa mis labios tiernamente…es el más suave y delicado beso del mundo…lo recibo con asombro…programo mi mente para permanecer y dormir con ella sin importar que sea un basurero o en un pozo de piedra lleno de ratas…”

Antes de dormir, beso mi libro, lo coloco en su lugar y escucho por las bocinas de la radio: adios tristessa. Hola, botella de licor.

Pd. No lo sé, el buk siempre dijo: la mayoría de nuestros héroes se han equivocado.