domingo, octubre 08, 2006

Maldita sea, mañana tengo que ir al museo

Después de horas y horas de mi veneno exquisito, el alcohol terminó por derribarme, lo más que recuerdo fueron las desgraciadas congestiones alcohólicas que tenia casi cada cinco minutos. Ahh pero que tal las cheves, las nenas, el mezcalito de a quince varos y los cuates. Utts, no hablo de la música por que estaba de pena ajena, para llorar. Lo mejor de lo peor son las anécdotas del día después de la peda. Así tu vasca escurrida en un balcón pasa de ser algo sumamente maloliente a una proeza nacional. Y tus lapsus inconscientus son venerados por tus camaradas de sala. Ahh pero cuantas veces culpas al alcohol de tus estupideces, que culpa tiene. El no sabe en donde se mete, pero tú si.

La cruda es de esas pocas acciones en las que sientes que tu cuerpo te abandona y te dice, sabes que carnal yo ya me voy a jetear tu sigue con la chamba. No siento que la culpa sea mía. Seguramente es del jefe que me obligo a venir al museo cuando le advertí cientos de veces que no podía hacerlo. Es curioso ver como los visitantes te miran y berrean quejándose de tu insípida apariencia, como si ellos no tuvieran la culpa de lo que te pasa. Pues si los visitantes fueran amables te ayudarían con la resaca. Que como? pues cediéndote el planetario para descansar o simplemente poniéndole la correa a sus hijos no? ¿Que no fue bastante levantarse con la espalda quebrada por las escaleras del metro, quedarse sin varo y estar desveladísimo como para rematar con una sesión dominguera de cinco horas en el triple veces heroico museo de las ciencias? Así las cosas. Necesito mi vacuna. Necesito un poco de rock para hombres, así es.

**Este texticulo lo escribí hace como 6 meses, en vías de publicarse en un boletín de UNIVERSUM fue censurado. Ja. pues ahora yo me cago en su puñetera linea editorial.

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