Apenas el viernes me lancé a una fiesta. Bebí, comí y platiqué, mujeres, muchas mujeres. Ah, podré embrutecerme infinitamente con mis valedores pero la compañía de una sola mujer es…para degustarse. Bailé, me retorcí y madreé a quién pude en el surf-slam -vodka, tequila, vino- moví los pies al más puro estilo caribeño-cubano -fiesta, calor, cumbia- y seguía seguía. Mujeres, plática, baile, cerveza, cerveza, marihuana. Oriné, pateé, lloré y me lamente de nuevo. Nací para perder. Mujeres, mujeres, mujeres. La fiesta como electrocardiograma subía y bajaba de intensidad, pregunté si en esta habría golpes, a quién le teníamos que pegar, no hubo tal, se apesto. Al cabo de un rato, el alcohol, el vino, las letras y las mujeres me cobraron la factura. Así que comencé a dormir en una silla de plástico. Llegó Javier y balbuceó unas palabras, hizo bien, pues me desperté y fui a orinar de nuevo. (¡Maldita cerveza diurética!) Aquí colapsé, me perdí, no hay recuerdo, memoria de borracho, no sé que pasó pero desperté al día siguiente bien subterráneo, enterrado justo debajo de un camión. No había nadie, ni uno solo. Todos se habían largado antes que yo. Me levanté, caminé y una señora me dijo que no me moviera, que el perro estaba suelto y que qué milagro que no me mordió. Obedecí, me disculpe por mi estado etílico y me fui. Llegué a casa, fui al trabajo (a revisar unas obras de carpintería) y de repente ¿la cámara?
Argh ¡la cámara! Por supuesto que no la tenía. Hice un esfuerzo mental sobrehumano, caminé de reversa para delatar todos mis movimientos borrachos y fui descartando una a una todas las idiotices que hice en la noche. Pues el último fashazo que tenía de mi cámara fue cuando estaba en el baño ¿? Terminé devolada la chamba y regresé con la señora, perdón, pero ayer vine a la fiesta y se me olvido recoger mi cámara en el baño, ¿puedo pasar? Baste decir que de los $ 2, 000 que costó, debo la mitad. Pero ¿y mi sweter? Toda la noche
dormí enconchado, en posición fetal, retorciéndome de frío. ¿Dónde había quedado? si cuando llegué a la fiesta lo traía puesto. Ay, maldito alcohol. Lo único que sé, es que este miércoles llegó Itzel y me lo regresó. Me preguntó que qué onda conmigo y le respondí: no sé, no me importa.Faulkner acabo con Faulkner, pero su alcohol le dio un Nobel de Literatura. Yo acabo conmigo mismo y no recibo nada a cambio. Puta madre, soy un maldito mediocre con suerte, ¿será?
Israel Chávez
PD. Las fotos de la fiesta etílica estan en el jai fai. http://www.autoinmolacion.hi5.com/






3 eyaculaciones:
No mames, estás bien corrioso y bien wey, cómo q un cabron q no es tu jefe te cagotea por ponerte briaguisimo. Viva el desmadre pro-sensibilidad literaria, son en esos momentos cuando tu cerebro todo intestado de alcohol tiene mayoy lucidez para mover la pluma. sale cabron cuentame lo del Mora ¿qué pedo con eso?
No hay momentos inmejorables que esas tardes de vicio y consumo de bebidas ultrajadas de caña y mas...siempre termionas diciendo no lo vuelvo a hacer, siempre terminas en la mediocridad cuando te ves de nuevo empinando el codo...
Saludos, buena semana.
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lolikneri havaqatsu
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