miércoles, abril 08, 2009

Neo-Esclavitud

Desde hace 30 años, varios filósofos latinoamericanistas han advertido que la globalización no se reduciría al ámbito económico -hecho que podemos constatar en la actual crisis económica causada por las instituciones financieras de Estados Unidos; sino que, los peores estragos serían en el aspecto cultural. Es decir, la globalización, trastornaría conceptos como: identidad, tradiciones, costumbres, valores étnicos, igualdad, pobreza, marginación y esclavitud.

Para corroborar lo anterior, podemos mencionar que actualmente un adolescente chino, americano, hondureño, mexicano e incluso, un holandés, consumen los mismos productos que el mercado le ofrece, ya sean marcas de ropa, videojuegos, computadoras, softwares, música e incluso las mismas drogas; en el aspecto estético, la gran mayoría de las personas destinan sus ingresos para alcanzar el arquetipo americano: rubios, propiedades lujosas, excesos; en el aspecto cultural, las vanguardias o corrientes artísticas se originan en Europa y eventualmente son imitadas por las economías emergentes; es decir, la globalización genera valores universales, o estándares que deben ser imitados por el resto de los países. Con ello, las tradiciones o los elementos de identidad nacional o regional, se pierden y son sustituidos por los productos que son expuestos en los escaparates de los centros comerciales.

La creación de estos “valores universales”, degenera en nuevas formas de esclavitud; por citar un ejemplo: actualmente la mayoría de videojuegos pueden conectarse a internet, lo que representa que varias personas interactúen al mismo tiempo, a pesar de que estén ubicadas en diferentes partes del mundo. Este hecho, ha sido aprovechado por un sector de la economía china que recluta a jóvenes y los “invita” a jugar online y crear puntajes que eventualmente pueden ser vendidos de manera virtual, a jugadores que puedan pagar este servicio. Con ello, la fuerza de trabajo, deja las fábricas o el campo, ahora, la fuerza de trabajo, puede ser entendida como cualquier actividad que produzca ganancia. Si bien los jóvenes chinos no utilizan martillo y hoz para trabajar; sus jornadas son de 14 horas diarias en locales de hacinamiento en las principales ciudades Chinas.

De esta manera, podemos observar como el propio capitalismo, se transforma y de alguna manera evoluciona para crear más ganancias, a costa de la fuerza de trabajo, ya sea de niños-campesinos o de adolescentes adictos a la internet.

Israel Chávez Reséndiz

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