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domingo, mayo 30, 2010

El insomnio de Bolívar

¿Y si América Latina ya no existe? ¿Si fuera un espejismo, la obsesión de unos cuantos políticos, una ilusión, la huella de un ideal extinto, una trampa, un hueco, un fantasma o un zombi, una mentira piadosa, un simple sueño? ¿Y si de pronto descubriéramos que, en vez de un rutinario examen de salud, América Latina requeriría una autopsia? ¿Y si América Latina sólo fuese, para decirlo dramáticamente, un cadáver insepulto?

La súbita desaparición del típico dictador latinoamericano tuvo como consecuencia la jubilación simultánea del típico guerrillero latinoamericano[…] la caída de los regímenes autoritarios tornó obsoletas las luchas revolucionarias y quienes sobrevivieron a ellas tuvieron que despojarse de sus máscaras, colgar sus capas, arrinconar sus superpoderes y reinventarse como ciudadanos de a pie.


A diferencia del realismo de otras épocas, la novela del narco, no admite juicios morales, no pretende aleccionar a nadie y apenas se percibe un instrumento crítico; pero como sus autores se empeñan en recrear milimétricamente el habla y las costumbres de sus actores, sus vidas desenfrenadas y sus muertes atroces, ha terminado por convertirse en el único resabio de crítica social de nuestro tiempo…

Conforme la violencia asociada al narcotráfico comenzó a reproducirse en varios países, sus escritores se apresuraron a incorporarla en sus textos; primero como telón de fondo y luego como epicentro de la acción. En una época aséptica y anodina, dominada por la desconfianza hacia lo político, estas poderosas fuerzas al margen de la ley adquirieron un papel protagónico: adolescentes pobres, reclutados por las mafias hasta convertirse en asesinos profesionales; hermosas jóvenes utilizadas como moneda de cambio; pistoleros enfrentados sin otra razón que el vacío existencial; héroes y villanos patéticos, ni siquiera fáciles de distinguir entre sí; un universo dominado por el peligro, la imprevisión y la muerte; policías torpes y mal pagados, siempre vendidos al mejor postor; y, por supuesto unos cuantos capos convertidos en multimillonarios, dueños de ejércitos privados y haciendas…

Si acaso la literatura latinoamericana no ha desaparecido del todo, se debe a la pervivencia de esta lacra social que se ha transformado en su nueva –y acaso única- marca de fábrica. A la fórmula América Latina = Realismo mágico se opone en nuestros días América Latina = Novela del narco.


* Jorge Volpi. El insomnio de Bolívar. México: Debate. 2009. 259 p.

lunes, abril 27, 2009

Influenza


Con el tiempo desterré algunos temores, aligeré mi carga. Para lograrlo, sustituí la extrema sensibilidad con dosis de pura indiferencia.

Ahora muy pocas cosas me detienen o me importan, apenas aquellos que juzgo importantes o dolorosas.

El esfuerzo, creo, valió la pena.
El precio: un genuino desinterés hacia los otros.


* Jorge Volpi. El jardín devastado. México: Alfaguara. 2008. 182 p.

lunes, septiembre 15, 2008

Crack

Hace más de una década Jorge Volpi (1968) y un puñado de jóvenes escritorcitos, formados en escuelas jesuitas, marianas o lasallistas se asumieron como la anti-vanguardia de la literatura mexicana. Utilizando un discurso de irreverencia infantil se proclamaron como los redentores de la opacidad latinoamericana. El objetivo inicial fue desarraigarse del llamado boom o en su defecto del realismo mágico, según ellos, querían terminar con esa corriente de literatura nacionalista revolucionaria, una literatura al servicio de la izquierda y de la disidencia. También argüían sacudirse el provincianismo de la literatura mexicana, ya no más Pedros Páramos o zonas más transparentes. Tal parece que el objetivo primordial fue sacar a México del tercer mundo, al menos literariamente.

Los amigos de Volpi: Ricardo Chávez Castañeda, Vicente Herrasti, Ignacio Padilla, Pedro Ángel Palou y Eloy Arroz, aprovecharon el mote de Crack para bautizar su irreverencia. Se dedicaron de lleno a memorizar fragmentos de la historia política europea y para ser más vendible el proyecto se insertaron en el pasado Alemán en el periodo de la Primera y Segunda Guerras Mundiales. Como ejemplo encontramos Amphytrion y Espiral de Artillería de Ignacio Padilla.

La apuesta del Crack, según sus creadores, fue entender que los jóvenes escritores de clase media-alta, estaban al nivel de competir con las plumas europeas. Por lo que se sumergieron en archivos rusos, alemanes, ingleses, franceses y comenzaron a escribir. El resultado, la mayoría de las veces, se presenta como un horrible rompecabezas lleno de información desclasificada (datos curiosos, en su mayoría nazis), sin ninguna trama u organización. Salvo Jorge Volpi, el Crack no solo representa una ruptura, es un derrumbe catastrófico.

A estas alturas, me encuentro bastante cansado y harto como para envolverme con nacionalismos, en izquierdas o en reproches de malinchismo snob. Reconozco que la prosa de Volpi se sostiene por el dedicado trabajo de investigación documental, por la fluidez con la que se lee, pero sobre todo por la elegancia con la que está armado el texto. Sin embargo, debo decir, que En busca de Kilingsor no logra cuajar la “ciencia-fusión” (término manejado por Umberto Eco y Guillermo Cabrera Infante) como la fusión de la ciencia con la historia, la política y la literatura para conformar eso que llamamos cultura.

En busca de Kilngsor se presenta como una novela de intriga; a fuerza de parrafadas se pretende crear un vínculo ininteligible entre la política, la ciencia, la historia y la literatura; se presenta también como una novela total, pues abarca diferentes métodos y técnicas de escritura, por momentos se muestra epistolar, luego se descubre la crónica y en ella el uso y salto indiscriminado entre la primera y tercera persona; el uso del tiempo no es lineal, ni predecible. Al contrario, la novela muestra un nivel de complejidad bastante alto en la construcción y desarrollo de los personajes.

En breve diré que la historia es contada por el Teniente Francis P Bacon, a quién le fue asignada la misión de informar para los aliados cualquier nota sobre las investigaciones atómicas de Hitler. En esta tarea, es ayudado por el matemático Gustav Links, con quién traza una ruta para dar con Klingsor, nombre clave con el que se designaba al científico que tuvo la supervisión de toda la ciencia alemana entre la Primera y Segunda Guerra Mundiales. En esta investigación desfilan los nombres de Niels Bohr, Max Planck, John von Neumann, Erwin Schrödinger, Werner Heisenberg; personajes que interactúan con Links y Bacon a lo largo de cuatrocientas cuarenta y dos páginas.

Por último debo precisar un error de método, pues la fórmula de sociología novelesca + ciencia-fusión con la que Volpi ganó el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral (1999), se repite en el resto de su trilogía del siglo XX. Así tenemos que El fin de la locura su investigación documental y el trazo de la línea narrativa se centra en el psicoanálisis lacaniano y en No será la tierra descansa sobre teorías económicas que tratan de explicar la génesis y desarrollo de la globalización al más puro estilo de John Maynard Keynes.

* Jorge Volpi. En busca de Klingsor. Barcelona: Seix Barral. 1999. 444 p.

israel chávez
5:03pm